viernes, 14 de noviembre de 2014

La libertad en Cristo



Por mucho tiempo se nos ha inculcado que existen cosas buenas o malas, que existe una diferencia entre lo que es "aprobado por Dios" y lo que es "del mundo". Se nos ha dicho que debíamos ser mejores que los "mundanos", para impresionarlos, para que se sientan inferiores y quieran ser como nosotros, los mejores.
La práctica y la experiencia me han demostrado que quienes insisten en ese tipo de enseñanzas son quienes más practican las cosas que ellos mismos desaprueban. Te dan un discurso oficial en el púlpito, la radio o la TV que suena muy santurrón y convincente, pero basta con observar sus hábitos y los de su entorno para notar que dicen lo que debe decirse según la doctrina, pero que no es lo que realmente quisieran comunicar.
Se indican estilos de vestimenta, de música, de lenguaje o de socioeconomía que se suponen correctos. Un sinnúmero de reglas que extinguen el pensamiento y el discernimiento por falta de ejercicio. Este tipo de dominio cultural evita que la gente piense por sí misma y aún peor: impiden la fluida relación de las personas con Dios. Es como si podaran tus conexiones neuronales, convirtiendo el gran árbol de tu pensamiento en un pequeño bonsai.
Se está reclutando gente masivamente para combatir a un enemigo que según los fundamentos de la fe ya ha sido vencido. Si creemos que Cristo es el hijo de Dios, y su sacrificio fue suficiente para perdonar nuestros pecados, entonces no tiene sentido luchar contra ese diablo que perdió la guerra (si es que la hay), porque es lógicamente imposible que el creador de todo pueda menos que su propia creación.
Se habla de congregar todas las semanas en el templo, que si no vas es pecado, que las iglesias de poca gente no tienen éxito espiritual, que una iglesia de más miembros es superior a las de pocos miembros. Pero, ¿Cómo congregaba Jesús, sus discípulos y los primeros cristianos? Se juntaban en las casas, plazas, en cualquier lado. En muchos casos no eran más de dos o tres personas. Una iglesia de sólo doce personas modificó las costumbres de la mitad del planeta y aún hoy su mensaje perdura.
Se habla de música de Dios y música satánica. Es obvio, y no hay que ser muy inteligente para darse cuenta que hay música cuyo mensaje concuerda con lo que has aprendido de Cristo, y también hay música que se opone a los principios cristianos, como así también música que es totalmente neutral. Esto no tiene nada de relación con el estilo musical, sino con su mensaje. Aquí no hablo de bueno y malo, sino de aquello que coincide o no coincide contigo, y esto es una decisión personal. Toda la música le pertenece a Dios, no solamente aquella que explícitamente lo menciona o la que se escucha en la iglesia. Quien canta, para Dios canta y quien calla, para Dios calla. No hay nada productivo en juzgar como malo a aquello que no tiene etiqueta oficial de santo; sería como juzgar a un libro por el color de su tapa o a una persona por el color de su piel.
Se exige dinero para financiar el proyecto personal de alguien como si fuese el proyecto personal de Dios. ¿Acaso necesitó Dios un centavo para crear la tierra, o el cielo o a ti? No necesitas gastar millones en un evento para hablarle de la salvación a tu vecino.
El diezmo y las ofrendas son costumbres judaicas, innecesarias para quien conoció a Cristo sin ser de la nación hebrea. Para quien conoce a Cristo dar es una expresión voluntaria, no coaccionada por la presión grupal. La persona madura espiritualmente no despilfarra, sabe cuándo dar algo y cuándo no darlo, porque su amor es sabio integralmente, no sólo emocionalmente.
Una de las peores costumbres de los cristianos es la de citar versos bíblicos para justificar un razonamiento. La biblia es una buena base como para tener una referencia doctrinal, pero no es un comodín para respaldar todo lo que se me antoje. Citar un pasaje sin un su contexto es imprudente y peligroso, sobretodo para quien conoce muy poco o quien confía sin evaluar lo que se le dice. Hay que ser un lector activo de la biblia, como de cualquier cosa que se lea; hay que estar plenamente consciente de lo que se está leyendo, de su contexto histórico, de su significado. Se debe comprender también a quién era enviado originalmente el escrito, cuál era la cultura y la mentalidad del receptor de ese mensaje.
Pensar que somos mejores que el mundo nos pone en un lugar de egocentrismo. Los cristianos somos conscientes de que Dios nos ha redimido porque hemos aceptado el perdón de parte de Jesús; eso no nos hace mejores, sino creyentes. Catalogar al mundo de malvado no es algo que contribuya al bien de todos.
La sangre de Cristo pagó por todo el pecado, de modo que todos ya han sido perdonados. Se sostiene que todos nacemos con un pecado original; ese pecado, sea lo que sea, ya ha sido perdonado de antemano por el sacrificio de Cristo en la cruz. Todos hemos pecado y ya hemos sido perdonados; algunos ya lo sabemos por haberlo aceptado.
El mundo entero ya ha sido perdonado, y hay cristianos que enseñan que todo es malo, que el diablo nos devora. Enseñan como mandato divino doctrinas humanas sembrando paranoias, divisiones, envidia, celos, inseguridad y toda clase de enfermedades mentales. Se habla de posesión demoníaca en lugar de la gloria de Dios.
Creo que quienes más necesitan el perdón de Dios somos aquellos a quienes nos conocen como Cristianos. Los cristianos estamos pecando. Llevamos toneladas de dinero a las iglesias en lugar de asegurar la alimentación de nuestros hijos, nos reunimos para hablar de los errores ajenos en vez de ayudarlos a salir del error. Competimos por un poco de fama, dinero o poder. Le enseñamos a la gente a tener temor en lugar de brindarles libertad. Prohibimos todo a los demás pero no damos el ejemplo. No digo que yo haya hecho todo esto, pero como hijo de Dios, como cristiano, estas cosas lamentablemente me son conocidas; algunos de estos errores los he cometido y otros los he sufrido.
Si has aceptado a Cristo como Señor y Salvador no tienes obligación de hacer nada más. Nadie te pide nada. No le debes nada a Dios. ÉL TE LO HA DADO TODO, te ha regalado la vida, y siempre ha sido así. Cristo tuvo que venir a morir sin merecerlo para llamar la atención de tal manera que escuches acerca de él y entiendas esto: eres libre, un ser hecho a imagen y semejanza de Dios; no irás al infierno ni nada de eso. Nadie puede imponerte ninguna ley o carga como de parte de Dios. Tú conoces muy bien las consecuencia de cada unas de tus acciones: si haces cosas que te ocasionan problemas es tu responsabilidad.
Si algo malo te ocurre no es una prueba de parte de Dios; él conoce todo y no necesita evaluar a nadie. Tampoco es un ataque del famoso diablo. Ser cristiano no garantiza ausencia de problemas ni tampoco una guerra en tu contra. Las cosas son como son. Si consideras que no tienes muy desarrollado el discernimiento espiritual, entonces utiliza tu inteligencia humana. Si te consideras poco inteligente, utiliza tu sentido común. Si existe una ley de Dios para tu vida, es la que se encuentra en tu conciencia. Siempre fue así. Siempre estuvo contigo. La voz de Dios es ese sutil sentimiento que te sugiere decidir de acuerdo al amor, la compasión, el perdón. A veces te ayuda a evitar graves errores y muchos daños.
En cualquier caso, Dios estará siempre contigo, en ti. Si esto es muy difícil de entender o admitir, piensa que como está en todos lados, puede estar a tu lado siempre. Su pensamiento y su sentimiento estarán contigo siempre.
La vida espiritual no es ese esoterismo que te venden por ahí, no es nada místico ni es estar flotando todo el día. La vida espiritual es tener consciencia de la realidad, saber la diferencia entre existir, vivir, y existir y vivir por siempre.
En lo personal fui descubriendo muy gradualmente los valores más importantes para mi vida: estos son paz, libertad, amor, verdad y honorabilidad. Conocer esto me ayuda a saber por dónde va mi rumbo. Sé que a lo largo de mi vida iré descubriendo más valores y eso me ayudará más. Quizás ya sepas con seguridad cuáles son tus valores personales, o quizás no. Lo que sí sé es que Dios estará de acuerdo con tus valores más nobles y eso es propio de ustedes: de tú y tu creador.
Como redactor de CCN Medios anuncio y confirmo que CCN no es un canal religioso, sí cristiano, porque hemos aceptado a Jesús y su enseñanza. Quizás no gocemos del concenso esperado de nuestros hermanos/colegas pero eso no me interesa. En CCN tenemos tranquila la conciencia. Respetamos a quienes ejercen su libertad espiritual haciendo el bien pero disentimos con quienes someten a la esclavitud y a la ignorancia a quienes buscan agradar a Dios y todavía no han entendido que Dios los ama.
Quienes hacemos este medio somos libres y compartimos esa libertad con los demás. No deseamos que cambien su modo de pensar; esa es una decisión personal basada en el diálogo con el Espíritu Santo, el alma de Jesús, la energía universal creadora o como se te ocurra llamarle.
Hay verdades que no podemos negar porque la verdad no puede ser ocultada. Pedimos disculpas de antemano si algo de lo que ves, oyes o lees en CCN ofende tu forma de servir, honrar o vivir con Dios. No hablamos en un lenguaje eclesiástico; hablamos con sinceridad. Nuestro objetivo no es la polémica, sino que buscamos el real significado de estas tres palabras: camino, verdad y vida.
Paz a tí y a quienes te rodean.